martes, 7 de septiembre de 2010

Sin título, nuevamente

todo esto

vale por algunas apenas cosas


la lucha cotidiana, ese pan de cada día


el instante junto a la paz del amigo


todo el dolor indetenible que no vale la pena detener

que durará para siempre


la zona de la tristeza silenciosa donde para siempre se podrá vivir

porque no será para siempre


las armas de hoy, las de pasado mañana


los hermanos que aprietan su amor en un puño

los que abrazan con un trapo ancho y sucio

que respira silencioso contra el futuro


los innominados

anónimos hijos deste barro que abrirá todas sus luces ese día

y ningún otro


la pequeñez increíble de tantos enanos, carozos de hombre

que dormirán bajo la tierra eones enteros

hasta que el rostro del barro se parta


todo lo que salva, todos los nombres que iré dejando en la banquina polvorienta

de mi pequeño territorio


la esperanza que no se dice para que nadie crea aquí que se puede bajar un solo dedo

ni un instante


el amanecer en las espléndidas ciudades

el inexorable


lo inevitable, lo que para siempre quedará cancelado

bajo candados de fuego


todo el fuego de pie, ante su propia muerte

para vencerla definitivamente

aunque decir definitivamente suene a tan poco

parezca tan poco definitivo


el instante presente

un punto donde se es todo lo que se puede llegar a ser cuando no se ha elegido el propio pasado,

[cuando la sangre

se va tensando contra el futuro


estas enumeraciones casi muertas, estériles maravillosas que no quiero dejar


lo que no entra en palabra y que no importa para nada

porque sólo se puede decir lo que es necesario


(todo lo demás son los caireles de la rima,

palabras babeantes de superchería reseca)


todo lo que vive

y es vida viva

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