martes, 21 de diciembre de 2010
Instantánea
2- ¿Te haría mal al darte un juguete con mi cara?
3- Naveguemos hacia la luna, el viento está a nuestro favor. Sin embargo, no acepto ir en busca de ballenas, me da náuseas
4- Me he visitado en aguas salvajes para reconocerme en aguas salvajes. No tengo branquias
5- ¿Preferís un tigre de bengala o tranquilizantes para el tigre que te espera detrás de la puerta?
6- Creo en los refugios antibombas
7- Creo en las leyes de la gravedad
8- Las bombas caen. Alguien me dijo que explotan. "En grupos de tres, vayan entrando..."
9- Un círculo que se ve frágil y dos cuadrados similares (uno con punta, el otro sin relleno)
10- ¿Jugamos al ajedrez? La tarde no está para salir inmunes de esto
11- Me ganaste por décimo primera vez
12- Te regalo mi atmósfera
facu
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Carreritas de risa y tierra seca
.¿Te acordás de Mariana? Con ella siempre corría. Era cuestión de volver de cualquier lugar, de estar hablando de cualquier cosa o haciendo lo que sea, para que empezara la carrera .Yo me daba cuenta de la largada porque su cabeza comenzaba a inclinarse hacia abajo y echaba sus manos hacia atrás, como si quisiera embestir una pared solo con su frente, lo que provocaba que yo diera el primer salto
.Ahora los escalones han crecido mucho, casi siempre termino con un dedo chillando sangre che y eso que antes corría mucho más
.Las carreras tenían punto de largada en cualquier momento ; la bochita de crema del cielo terminaba estrellada en la vereda verde de la esquina y parece que a Doña Gladys no le gustaba mucho un cielo estrellado en su verde vereda, a las cinco de la tarde. Era inevitable que al abrir la cerveza para la cena la espuma inundara la mesa, porque siempre agitábamos la cerveza al correr pero nunca podíamos tirarla y arriesgarnos a que los vidrios rotos hicieran su trabajo: pinchar las ruedas de algún triciclo, causando un gran embotellamiento que terminaba con una huella de juguito des-congelado que arruinaba la pista de carreras con el pegote .Imaginate eso en medio del campeonato semanal
.Las metas eran fáciles de definir; todo lo que fuera digo de ser-una-meta: una señora regando los malvones, un policía distraído, el séptimo árbol varón de la cuadra, la puerta del baño, en fin, todo lo que fuera digo de ser-una-meta
.Y mirá que corría eh
.Teníamos diferentes técnicas para correr, Mariana y yo (te acordás de Mariana). Ella iba acercando cada vez más su frente al piso, lo que le ayudaba a alcanzar una velocidad aspa-ventosa y aero-dinámica. Yo en cambio prefería dar pequeños saltos primero, balanceándome con mis manos como aero-ventosas para sostenerme del aire y luego grandes saltos con los pulmones bien llenos para llegar lejitos
.El problema surgía cuando Mariana empezaba a quedarse atrás; apenas notaba que tomaba la delantera gritaba “El primero tiene orejas de burro!” . Lo que me hacia voltear automáticamente para mirarla con cara de “nomehagastrampache!”y sin posibilidad de contestar con un “ el segundo tiene cola de chancho” o algo por el estilo , porque al voltear la cabeza ya me encontraba sobre los gladiolos de Doña Malvina o pelándome una rodilla, con las orejas largas enroscadas en el cogote
.Frutillas plantadas en la mitad de la pierna , que serían cosechadas durante semanas y Mariana reía descostillada en el suelo. Acordate que los dos terminábamos en el suelo. Yo y Mariana , en ese orden
.Distinto era cuando yo llevaba las de perder: entonces podía correr de espaldas y someterme a la derrota. Fijate que antes perdía más seguido. Y corría más
.¿Vos me contaste que viste a Mariana? hace un par de años , repartiendo hamburguesas a los gatos en Miserere. No creo que fuera capaz de hacerles algo así a los gatos. Seguro que no te acordás bien y no era ella
.”El primero en dormirse gana”
Las hijas del rrey (1/?)
Para este sába-do a la noche , el pronostico ha anuncia-do lluvias en capital y alrede-do-res.Qué suerte"
domingo, 24 de octubre de 2010
Anoche volví a encontrarla..., por Luquillo
Anoche volví a encontrarla. Caminé a través de la Alameda, luego la Rúa do Franco hasta Obradoiro. Yo no iba buscando nada, solamente iba como he ido siempre, buscando eso pero sin buscarla. Los músicos medio yonkis en el portal del Palacio, amarillos, detrás de las columnas golpeaban los tambores todavía. Todo indica que no son aún las dos de la mañana. Es temprano aún. Algunos cafés van cerrando, las callejas de piedra se llenan de bolsas de basura y olor a marisco podrido. El rostro de Santiago cambia. Los peregrinos fabulosos de la mañana duermen felices, con los pies adoloridos pero felices, santificados, a esas horas. Cuando ellos caminan por la mañana las calles son doradas bajo el sol, el pescado es fresco. Las jóvenes de altas voces ofrecen un pedacito de tarta de Santiago para venderte una entera luego. De noche, pendejos pijos toman ron con coca y caminan hasta boliches pijazos a escuchar su pop berreta. Los músicos siguen tocando. Un dyembé golpea y mete ritmo, no bailan, pero igual son felices. La policía pasa frente a la catedral, custodios del patrimonio de la humanidad, aquí donde cualquier sorete es patrimonio de una humanidad que en su mayoría carece de todo patrimonio.
Existe la costumbre de acostarse en el centro de la plaza, la cabeza apuntando hacia la catedral, mirar hacia arriba. Lo hago, después de todo soy un turista, eso quiere decir que pasaré por esta ciudad sabiendo las cosas innecesarias. No entraré nunca en la esencia de este pueblo. Pasaré y todo será como antes, puesto que el turismo no es más que andar dando vueltas por un museo de vivos, pero tratando a los vivos como piezas de museo. Quiero decir que me acuesto, que miro la catedral. Dicen que da la sensación de que se cae encima. Es mentira, como casi todo lo que aprende un turista en un museo de vivos. La catedral tiene luces amarillas. El empedrado está helado, pero no, no importa. Más arriba de la catedral, y eso ya es mucho, la noche está despejadísima.
Sé que no me anda buscando. Es como la historia de la Maga y Oliveira, quiero decir que tampoco es real, quiero decir sin buscarnos, pero ni tanto, habremos de encontrarnos. Quiero decir que ella llega, tapa la noche inmensa con su rostro y me pregunta qué mierda hago ahí tirado con ese frío, que me voy a enfermar pero me dice que ya soy un enfermo y yo me río, y después me levanto y nos vamos a hasta la Praza Mazarelos, más arriba, a un bar que se llama Pepa Loba, y nos metemos en el fondo del lugar, junto a una chimenea viejísima que dentro tiene una marmita que parece medieval y yo no sé si es cierto, pero me gusta así. Y pasan música de los años ochenta. Algo de David Bowie crece en el aire y recuerdo a alguien que he dejado en Argentina, pero no por mucho tiempo, y ella pregunta que en qué pienso y le digo que en nada, como dice uno siempre que está pensando en algo. Nos traen dos cañas, luego otras dos y listo, porque todo aquí es demasiado caro. Da pena emborracharse de tan caro que sale estar borracho.
Le pregunto cómo estuvo su día, estúpidamente, porque le veo las ojeras terribles y ya sé que está cansada. Se pasa las manos por la cara, se corre el pelo negro, maravilloso. Qué hermosa que es cuando se corre el pelo negro, y atrás están ahí otra vez esos ojos, negros y tiene una nariz pequeña y habla solamente en gallego, porque es independentista y yo de todos modos le entiendo todo, pero ella se burla y se ríe hermosamente de mi acento argentino y de mis palabras que a veces no entiende.
Estoy tan cansada, me dice y yo le digo entonces que vamos. Es apenas la una de la mañana. Empezamos a las cuatro pero yo voy más tarde me dice. Voy a dormir algunas horas. Salimos a fuera y claro, está lloviendo. Finas gotas van haciendo brillar la piedra de la ciudad, alimento de un musgo que crece en cualquier parte. Las estatuas de las iglesias están verdes de musgo, y peor, crecen yuyos en las estatuas, entre las piedras, verticales en las murallas, en donde sea. Y yo, claro, me deslumbro pero todo es común para ella, que no quiere saber nada con la lluvia, que se queja y sobre todo porque no tiene paraguas. Yo tampoco, me lo llevó el viento del día anterior, así pasa siempre. Con cada viento la ciudad se transforma en un cementerio de paraguas, me va diciendo mientras caminamos pegados junto a las paredes de la calles, pasamos das Orfas, llegamos a la calle de las galerías, con sus columnas bajas y los arcos uno junto a otro, increíbles y nos resguardamos y aprovecha y me besa, y me gusta, pero seguimos caminando, que tiene que dormir aunque sea unas horas.
Comparte un piso con otros dos compañeros. Ya se han ido, pregunto. Ella dice que sí, salieron hacia el polígono. Todo es un desorden, más que de costumbre. Panfletos cortados, apilados en la mesa junto a los platos sucios del mediodía que ya eran los sucios de la anterior cena. Y ella, tan prolija con la vida, porque no hay otro modo que ser prolijos para romperla, se lamenta de toda la mugre y le digo que se vaya a la cama, que yo me ocupo pero no quiere. Me la llevo yo y la tiro en el colchón y la beso hasta que se duerme. Tiene apenas dos horas. Me quedo en vela, para despertarla porque si no seguiría de largo, y no puede ser que falte, mañana, pero no mañana, que ya es hoy, es el día, es el día.
Limpio un poco, ordeno algo, no demasiado que no soy bueno para eso. Pero al menos al levantarse ella respira más tranquila, me da las gracias. No tanto por la poca limpieza sino por el café humeante. Le sienta bien. Miro por la ventana, está todo oscuro, la lluvia se detiene un poco. Habitante de esta tierra, también espera.
A las seis de la mañana estábamos en el ingreso al polígono. Una veintena de obreros ya nos esperaba. Los pacos hace rato habían caído y miraban, los muy chacales, atentos a lo que sea para hacer lo que sea. Alguien llamaba por celular y tomaba registro. Había piquetes en Ferrol, Pontevedra y Vigo. Ya eran cientos los que estaban ocupando las calles. También supimos que en Madrid había una herida, mientras uno se enteraba de eso los pacos venían a echarnos, pero nadie retrocedía y entonces alguien terminaba, al menos por algunas horas, adentro. Poco a poco va a amaneciendo. El cielo se va inflamando de rojo, mientras otros se van a acercando. En Ferrol los metalúrgicos han detenido todo. Los del puerto de Vigo tienen todo bloqueado y los trenes de Santiago están muertos. Llega un compañero, que nos vamos al centro, al centro. Yo le digo a ella que me voy hasta el centro con los demás. Somos apenas dos grupos que luego nos separamos. Pechado por Folga Xeral vamos haciendo decir a las puertas de los bancos, los negocios donde los pijos, que recién a esas horas van allegándose a sus camas, compran su ropa, los cafés que todavía duermen y que no dejaremos despertar ese día. Después ya no hay más que hacer. Hay que esperar y esperamos. Bajamos hacia Praza Roxa, algunos puñados ya han llegado. Las banderas se van levantando.
Cuando es mediodía miles de trabajadores invaden la calle. Los pocos negocios que intentaron abrir, por la fuerza de tales hombres quedaron otra vez cerrados. Las calles se abrían a su paso. Los pacos detrás, ya habían cazado algunas presas, provocaciones absurdas que no atizaron a nadie. Esos pronto estarían otra vez liberados. La columna mayor avanzaba y cuando empezaba bajar, en medio la encontré a ella. Ese mediodía otra vez la había encontrado. Claro que apenas la veía entre el gentío, pero se iba riendo. Iba cantando y las ojeras, que no habían desaparecido, tampoco le pesaban demasiado. Ese mediodía volvimos a la ciudad vieja. Praterías, detrás de la catedral, estallaba. Las piedras antiguas no soportaban las multitudes nuevas.
Cuando todo terminó tuvimos que volver a la vida gris, donde se lleva adelante la verdadera lucha. Pienso a veces, que lo demás son banderas. Atraviesan con fuerza el alma, empujan futuro. Pero solamente valen cuando la vida triste las ha atravesado todas y ellas son las empujadas y son los hombres los que son futuro. Cosas por el estilo.
Anoche la volví a encontrar, en esta que es triste las más de las veces. Otra tarde también la vi, nos cruzamos en el Parque de Belvís y ese día en mi bolso de turista llevaba un libro de Haroldo Conti que le regalé para que deje de estar tan triste. Nunca lo había notado hasta ese momento. Cuando pasaba las manos por su pelo, lo tocaba tan triste. Y no le pude preguntar qué te pasa. Aquí siempre se está triste, no por eso se abandona nada, no por eso se baja un solo dedo. Recordé una canción de los Redondos, se la ladré a pedazos pero ella no supo por qué lo hacía. Esa canción habla de las banderas. Ella sonrió con la canción y yo también porque me recordaba a mi barrio y a mi gente, que tanto necesito, y a los diablos que mean pero que en ningún lado hacen espuma. Y lo que espero, y que ella espera. Caminamos un rato por el parque hasta que se hizo casi de noche. Cuando nos despedimos le regalé el libro, también para que deje de estar tan triste. Hubiera querido regalarle, en este octubre triste, un octubre para siempre, pero no depende de mí, sino de mí y de todos mis hermanos.
Anoche volví a encontrarla. Cuando me vio me sonrió, me dijo que el libro le había gustado hasta las lágrimas. Las ojeras otra vez no le pesaban para nada. Me dijo que no tenía tiempo para que hablar conmigo en ese momento pero que quería verme. Nos encontramos esa misma noche en Mazarelos, debajo del arco. Fuimos otra vez al bar de la marmita, hablamos tanto. No recuerdo todo lo que hablamos, pero tengo su voz clavada en mi frente, los ojos fijos mirando la imagen en que uno finalmente se reconoce. Uno sabe al final que no se reconoce para siempre, que apenas se reconoce, pero eso basta para seguir adelante, porque entonces tiene un nuevo hermano, y se puede vivir y luchar por el resto de los días, y con eso es suficiente.
Pronto voy a dejar Santiago, y es muy probable que no vuelva. No tengo nada por qué volver. Todo el circo y la guerrita, los hermanos, la vida están en mi tierra, llena de luchas y esperanza. No se puede cruzar el mar solamente por un ser humano, porque todo esto es grande y tiene precio y sacrificios. Quiero decir que hay que elegir, y a veces se elige para siempre y a ella no la elegí. Pero por qué todo este final va sonando tan triste a mis ojos. Querría repetir alguna vez con Conti "Yo sé que volverá. Yo sé que volverá" y entonces llenar el alma de lágrimas dulces y preñadas de deseos. Pero yo sé que ella no volverá. Hay algo que nos toca juntos, pero sólo en la distancia, allí nos vemos. Cuando toque otra vez de cerca a mis hermanos volveré a encontrarla aunque no volverá.
Y voy terminando así entonces. No estoy desolado, no estoy triste aunque todo duele, pero también todo se va ordenando. La pérdida es un ritual que los hombres aprendemos para después perder o ganarlo todo, que es lo que a fin de cuentas importa.
Esta noche no voy a encontrarla. No voy a caminar hasta Obradoiro, me duele la garganta, el cuerpo, y el último paraguas que compré voló junto con el último viento. Esta noche no voy a encontrarla, voy a terminar aquí pensando en ella, que ya no importa demasiado. Voy a pensar en todos mis hermanos, que llevan su rostro claramente. También a causa de ella los amo tanto.
23 de Octubre. Santiago de Compostela.
miércoles, 6 de octubre de 2010
Revisiones, por Facundo Correa
El asilo de las excentricidades
.
Fue a caminar por su taller fotográfico
el extranjero sensorial adicto al hoy,
y vio en aquellas cuerdas imágenes
lo que los periódicos generalmente olvidan
maravillándose del tesoro acumulado
en aquella isla Polaroid que bien dedujo
reales dibujitos en el olvido:
aquellos que mienten porque requieren atención,
aquellos que malditan por encima de los gramáticos,
aquellos que guardan la llave del cajoncito
de los deseos que no tienen punto final,
aquellos que "al mal tiempo, mala cara"
porque les sobra razón,
aquellos que pagan una fortuna por naufragar,
aquellos que ven estrellas en ojos muertos,
aquellos que leen cuentos para adultos
vestidos de payasos,
aquellos que expulsan pronósticos piadosos
para relajar a su amada,
aquellos que sufren paros cardíacos por amor,
aquellos anacoretas solitarios que nos enseñan
como caminar en la vía pública,
aquellos que leyeron "Ulises" una vez
y juran que lo saben de memoria,
aquellos que sueñan un mundo sin jaulas
y atan bien sus cordones,
aquellos que dicen siempre la verdad,
aquellos que admiran a estos últimos,
aquellos que se creen ratas de barcos mercantes,
aquellos que actúan como paquebotes de la excitación,
aquellos que proponen tríos a la soledad,
aquellos que no poseen diccionarios
pero al ocaso se hacen invencibles,
aquellos que duermen poco
y nos limpian los destrozos después del aquelarre,
aquellos que oyen a Beethoven
y creen que él los escucharía,
aquellos que necesitan una Madame de Pompadour,
aquellos que derraman cínicas lágrimas,
aquellos que dibujan a la dicha
en el baldosín de lo perdido,
aquellos que riegan flores de un erial,
aquellos que cenan solos en fiestas que ameritan gala,
aquellos que creen sin haber visto,
aquellos que arman castillos de arena en el desierto
por pasar el rato,
aquellos que no siguen bebiendo una vez que pierden su vaso
en una fiesta de cumpleaños donde participan allegados de confianza,
aquellos que crecen al revés de los demás,
aquellos que inalteran con sus vómitos,
aquellos que abren paracaídas en el subsuelo,
aquellos que llueven sobre los tejados ya mojados,
aquellos que solo cortejan ilusiones,
aquellos que viven entre cuatro paredes
y dogmatizan,
aquellos que cazan ballenas en el lavamanos,
aquellos que ven marcianos pagando peajes,
aquellos que "etcetéran" a falta de musa.
Todos ellos duermen hacinados.
.
.
Perros desde los ojos de un papá ortodoxo
.
Enlunados por el desapego,
caminan sudorosos,
los perros contra los picaportes
hacia el entierro luego del empirismo.
.
Ellos supieron parecer muy tontos
frente a los tontos con medallas
cuyas rodillas se vieron asfixiadas
por la rabia y la gravedad.
.
Ellos supieron probar bocados
en fiestas-platos-burgueses
que se vieron inundadas
por la acción flamable.
.
Ellos supieron conformarse
con la profundidad de un charco;
insuficiente cementerio de navíos
frente a los pájaros de la normalidad.
.
Ellos supieron copular
con no todas las doncellas.
No siempre
la vida es lluvia.
.
.
.
Enlunados por el desapego
caminan sudorosos,
los perros contra los picaportes
hacia el entierro luego de la edad feliz.
.
Ellos quisieron perderse siendo guías
de tableros de ajedrez recién nacidos.
No agoraban calamidades
pero palidecían.
.
Ellos quisieron no ser cobardes
al galopar caballos
sin ambulancias.
.
Ellos quisieron renunciar a toda doctrina
Dulces. Iconoclastas.
Esencia.
Vuelo de órganos sensoriales.
.
Ellos quisieron gastarse
en eternas pupilas.
Saciado,
el perro se convierte en lobo.
.
.
.
Enlunados por el desapego
caminan sudorosos,
los perros contra los picaportes
hacia el entierro luego de la juerga.
.
Ellos debieron leer cuentos para niños
sin alma ni corazón
Sus cabezas siempre preguntarán
por qué le rezaron a la Luna
.
Ellos debieron practicar la aburrida bondad,
Airbag-resaca,
diccionario-aerosol;
mundo-no.
.
Ellos debieron invertir en bronquios.
pagar el colegio de sus cachorros
para que no preguntaran fantasías.
.
“la verdadera existencia
siempre se termina señalando”
martes, 28 de septiembre de 2010
llueve y caen piedras, by Chalo
Pequeños poetas con postura irreverente
---------------------------------------------------Pobrespoetas
Irreverentes a la cultura del barrio,
revolucionarios de plastilina
cargan sus fusiles con neologismos incomprensibles
y atacan a mansalva.
¡A quemarropa!
---------------------Perdidospoetas
Descarados pretenden comprar mis gritos de auxilio,
caballeros con oro plástico,
cargan sus cintas con solemnidades baratas
y ponen precio a nuestra pobreza.
¡Repugnancia a discreción!
-----------------------------------Muertospoetas
Acorralados no quieren ver a la Luna en la luna,
astronautas de la mesosfera,
pintan con veinte capas de plomo, las paredes de sus tecnoceldas
y tapan con palabras la belleza.
¡Todos los flancos cubiertos!
------------------------------------Paralíticospoetas
Acomodados no pretenden moverse
ordenan un té , un flamenco muerto y alguna princesa.
Gritan y escupen,
pero no arrojan piedras.
¡Avanzan sobre el amigo!
--------------------------------Rencorosospoetas
Despreciables no quieren llorar
lágrimas verdaderas.
¡Marchando vienen con sus enciclopedias!
(Mil formas de matar, trescientas técnicas para torturar,
mapas, religiones y banderas)
--------------------------------------Antipoetas.
martes, 7 de septiembre de 2010
Sin título, nuevamente
todo esto
vale por algunas apenas cosas
la lucha cotidiana, ese pan de cada día
el instante junto a la paz del amigo
todo el dolor indetenible que no vale la pena detener
que durará para siempre
la zona de la tristeza silenciosa donde para siempre se podrá vivir
porque no será para siempre
las armas de hoy, las de pasado mañana
los hermanos que aprietan su amor en un puño
los que abrazan con un trapo ancho y sucio
que respira silencioso contra el futuro
los innominados
anónimos hijos deste barro que abrirá todas sus luces ese día
y ningún otro
la pequeñez increíble de tantos enanos, carozos de hombre
que dormirán bajo la tierra eones enteros
hasta que el rostro del barro se parta
todo lo que salva, todos los nombres que iré dejando en la banquina polvorienta
de mi pequeño territorio
la esperanza que no se dice para que nadie crea aquí que se puede bajar un solo dedo
ni un instante
el amanecer en las espléndidas ciudades
el inexorable
lo inevitable, lo que para siempre quedará cancelado
bajo candados de fuego
todo el fuego de pie, ante su propia muerte
para vencerla definitivamente
aunque decir definitivamente suene a tan poco
parezca tan poco definitivo
el instante presente
un punto donde se es todo lo que se puede llegar a ser cuando no se ha elegido el propio pasado,
[cuando la sangre
se va tensando contra el futuro
estas enumeraciones casi muertas, estériles maravillosas que no quiero dejar
lo que no entra en palabra y que no importa para nada
porque sólo se puede decir lo que es necesario
(todo lo demás son los caireles de la rima,
palabras babeantes de superchería reseca)
todo lo que vive
y es vida viva
miércoles, 25 de agosto de 2010
Una vez más. ( y otra, otra y otra)
Compañera.
Clic
Clac, clac, clac.
Uno a cero,
y tres cuadros nuevos en la pared.
¿Será que aún no puedo despedirme?
Y pinto cuadros con corazones,
corazones devorados,
devorados por las corbatas.
Corbatas demoradas,
y un máximo de diez artículos.
Esta vez recordé La Cura
y puedo acompañarte,
mariposa mía.
Y digo mía ,
porque el viento también acepta sobornos,
y también
porque me enseñaron a decirlo así.
Crack!
Y el cuello también resiste.
Cogote.
La despedida nunca llega antes.
Nunca antes que el vómito,
y los espasmos
y contracciones
Hoy recordé la Cura,
compañera.
Y resulta que no puedo acercarme más.
Ni gritarlo puedo.
Tal vez unas disculpas y una vuelta en
aquél elefante ,
con sombrero
y corbata
y alucinaciones baratas
y llenas de traiciones.
Hoy inventé la Cura
y no puedo pintárselo en el oído,
compañera.
Entonces pinto cuadros rojos,
de paredes
y gritos.
Entonces la recuerdo bailando
y aprieto fuerte
y me rindo
Clic
Clac, clac , clac.
lunes, 16 de agosto de 2010
Sin título, by Leonardo
1
tengo un hermano que solamente sabe gritar
contra el cemento
pero lo suyo no es un grito
es un pequeño canto/
pero tengo muchos hermanos
se han arrastrado contra la tierra
y algunos han dejado de gritar
eran felices si apenas
humedecían sus labios
eran felices si apenas
el sol es entibiaba el paso contra el asfalto
2
tengo hermanos que apenas saben gritar
contra el cemento
y mi rabia es de bolsillo
y todo el amor cabe
en un lunar en el hombro derecho
y hay una piedra de ternura
que sabe adónde volar, solamente está esperando
quiero decir,
poco, casi nada es lo que tengo
cargo mi sombra al hombro
para correr gritando a esos vivos:
este es mi costado igual a su costado!
el que ayer quebró mis huesos
hoy hace astillas sus brazos!
no tengo nada de nada!
es sólo que nada vale tampoco
el grito triste y el pequeño canto
3
tengo mi voz pequeña
que ya no quiere cantar
solamente puede decir
creo que tengo un hermano
ha dejado algunas huellas, a lo lejos
su voz chiquita va rumiando
pobres solos, levanten la vista apenas:
este es mi costado igual a su costado!
el que ayer quebró mis huesos
hoy hace astillas sus brazos!
lunes, 2 de agosto de 2010
sábado, 24 de julio de 2010
CELESTE/ by Chalo
CELESTE
Mi pequeña voz de niño
tal vez no retumbe en grandes salas,
no llegará, tal vez
a los oídos de los que ponen la firma
Mi flaca voz de niño
creció corriendo,
en el barrio,
con las paredes pintadas
con aerosol,
con la cara del Che,
con fútbol,
con humo y escondidas
Mi flaca voz de niño pequeño,
no llegará, tal vez
a la mesa de tu Sagrada Familia.
Es por eso
que no me basta con mi desnutrida voz de niño
es por esto,
que recito con mis manos de hombre
Mi pequeña voz de niño,
no quiere pedirte pan,
quiere llamar mariposas
y encontrar el eco en los puentes.
Mis cansadas manos de hombre,
mis agitados pies
y mi voz de niño
Tu Sagrada Familia,
tu libertad,
tus oídos sordos,
que no pueden escuchar mi flaca , pobre y desnutrida
voz de niño
Tu Estado
Tu Estadio
Tus manos llenas que no quieren estrechar mi sucia,
pobre y áspera mano de hombre
Nuestro pequeño amor de niños
necesita
las manos de los hombres.
miércoles, 21 de julio de 2010
Dos poemas
POR
CUANDO SE NOS DE
Por Facu Correa
Quiero exprimir naranjas
para hacer el jugo que serviré en el vaso
al cual le dispararé,
ha llegado el momento de inventarse una historia de lujo
y vivirla.
No sabría como explicarle a la gente
que yo no quiero una banda con jerarquía,
mi ideal es arrojarme desde un piso bien alto
y ver si caigo de pie o no.
o subirme en los parachoques traseros
de los camiones repositores
y dejar andar el suelo debajo mío
o quizás arriba;
y evitar, así, todo tipo de paisajismo, de costumbre,
de añoranza, de refugio antibombas.
Aclaro que quiero portar armas,
incluso quiero hacer apología de esto.
Soy experto en arrojar ladrillos
y, si la ocasión lo requiere,
darme a la fuga en un carrito de supermercado.
Tengo facilidad para hacerle entender
a un cíclope miope que, con una lupa, sería más cómodo
leer el periódico de hoy.
Me falta derribar instituciones antes de que estas me derriben,
y es ahí cuando apelo al cisne,
cuando al explotar
me siento absolutamente feliz
por más que eso provoque
que me deshereden.
